La relación con el Otro oscila entre la identificación y la agresividad. La identificación, que comporta un lazo libidinal, una transferencia afectiva, es la otra cara de la agresividad. La relación con el Otro siempre es conflictiva, está marcada por el rechazo del Otro, celos y rivalidades, por la hostilidad y la destrucción. Freud ubica lo colectivo como una multiplicidad de relaciones singulares que se sostienen por la identificación. Sin embargo, Lacan destaca que la agresividad forma parte del fundamento de la subjetividad. Hay una tensión agresiva, paranoica en la relación con el otro que necesita de un orden simbólico que regule las relaciones con el otro. De este modo, y bien entendido, una colectividad no empieza por un vínculo identificatorio que los agruparía, sino por un rechazo, una exclusión. Las formaciones colectivas se unen para diferenciarse de los otros y por lo tanto, se separan, segregan. La segregación separa una parte del todo y determina dos campos: los que se identifican con un grupo, segregan a los que no comparten la identificación.

La segregación produce efectos de marginación, racismo, exclusión, con hostilidad y odio dirigido a lo que no es igual. Odio que acarrea agresividad. La segregación guarda relación con la identificación. Todo sujeto busca significantes que lo represente. Por ejemplo, “soy gay”, “soy alcohólico”, “soy víctima de…”. ¿Por qué? Porque el deseo de un sujeto es un deseo de pertenencia a partir del cual pueda decir “yo soy…” Es por eso que busca insertarse en Otro para encontrar el significante que lo represente.

Hoy vemos que son muchos los que no quieren entrar en el conjunto de «todos iguales», y buscan ser diferentes, van en contra de la identificación. Nos topamos con un gran problema porque no se puede estar por fuera de todo conjunto, a menos de que uno se mantenga en aislamiento, en exclusión. Sin embargo, incluso así formaría parte del conjunto de los excluidos. La exclusión tiene un costo porque uno tiene que construirse una nueva identificación entre los segregados.

María Hortensia Cárdenas (NEL).