Hoy en día proliferan las apuestas en formato reality o experiencias, donde lo que ganan quienes las consumen es una identidad soñada a la vez que efímera: ser princesas o reinas de belleza por un día y hacer realidad su mundo de fantasía. Un ejemplo sería Princelandia Party & beauty un local para fiestas infantiles que promete Un mundo mágico a la medida de todas las princesas. Enseñamos a nuestras princesas a cuidarse por dentro y por fuera. O el concurso estadounidense Toddlers & Tiaras, un show que ya va por su séptima temporada, donde en cada episodio la cámara sigue a tres niñas de tres, siete y doce años acompañadas por sus madres mientras ensayan exhaustivamente para presentarse a un concurso de belleza y poder demostrar su talento.

La noticia que se desprende de los distintos medios que se pronuncian al respecto lleva por titular la “hipersexualización de la infancia” y sus riesgos. La sexualización (1) no es sinónimo de sexualidad. Desde el discurso social se define como una instrumentalización de los niños como objetos sexuales y la imposición de una sexualidad adulta a los niños y sobre todo a las niñas, que consideran que choca con el desarrollo “natural y saludable” de la sexualidad.

Al concepto de hipersexualización infantil hay que añadirle un exceso, un plus. Lleva implícito esa utilización y sexualización precoz como medio para vender a los adultos, y a las niñas mismas, un sinfín de productos de consumo: juguetes, comidas, videojuegos, ropa, coches, joyas y casas.

El significante que usamos desde el psicoanálisis no es el de sexualización sino el de sexuación, refiriéndose a la posición del sujeto ante su encuentro con el goce Otro o con el Otro sexo. Esto supone una elección en la que se pone en juego el uso dado al recurso fálico y aquello que no pasa por su ordenamiento. Desde esta perspectiva, ni la anatomía hace destino, ni el discurso del Otro alcanza a recubrir el real puesto en juego (2).

¿Qué quiere decir que estas niñas pierden la infancia? ¿Cuál sería el desarrollo sano y natural? En “Nota sobre el niño” (3) Jaques Lacan plantea que la constitución subjetiva implica la relación con un deseo que no sea anónimo y que el síntoma del niño viene al lugar de lo que puede responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar. El síntoma se define como representante de la verdad. Puede representar la verdad de lo que es la pareja en la familia o puede resultar de la subjetividad de la madre y ser presa de su fantasma.

Es por eso que el psicoanálisis no se rige por la moral imperante ni por los parámetros de los riesgos y prevenciones sino que la medida en la ética pasa por el síntoma y por medio del goce.

Sería osado generalizar los efectos en las niñas de esos concursos y usos polarizados del género, si hay una objetalización del niño o una cosificación del cuerpo y qué efectos produce en la constitución subjetiva de cada uno de ellos. Habría que leer en cada caso qué funcionamiento familiar existe y qué papel juega el deseo de los padres en todo eso. Y sobretodo qué respuesta y solución dan a ese lugar cada uno de esos niños y niñas.

Oriana Novau.

 

  1. Sexualización.1. f. Acción y efecto de sexualizar. Real Academia Española.
  2. Formas actuales de la sexuación.
  3. Jaques L. “Nota sobre el niño”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 393.