La era fármaco pornográfica, así caracteriza a nuestra época (1), tiene desde la perspectiva de BP consecuencias en la constitución de la subjetividad. Por lo tanto va a proponer un nuevo nombre para hombres y mujeres. Son hombres y mujeres cis, aquellos que conservan el género que les fue asignado en el momento del nacimiento, y los hombres y las mujeres trans o tecno, aquellos que apelarán a las tecnologías hormonales, quirúrgicas y/o legales para modificar esa asignación. Para esta autora el género (femenino-masculino) no es un dato natural, ni una construcción cultural. La certeza de ser hombre o mujer es para ella una ficción somatopolítica producida. La testosterona, junto con la oxitocina, la serotonina, el estrógeno, son un conjunto de moléculas disponibles hoy para fabricar la subjetividad y sus afectos. Por fuera de estas ecologías somatopolíticas que regulan el género y la sexualidad, no hay hombres ni mujeres, del mismo modo que no hay heterosexualidad ni homosexualidad. La biotecnología y las técnicas quirúrgicas intervienen sobre el cuerpo, los órganos, los tejidos y las moléculas, a partir de las que se fabrica una nueva apariencia de naturaleza.

¿Cómo aborda el psicoanálisis la construcción del cuerpo y la subjetividad? Distinguimos el organismo del individuo, del cuerpo del sujeto del lenguaje, al que consideramos transindividual. Es el cuerpo hablante que se opone al cuerpo del individuo. Este cuerpo habla y testimonia del discurso como lazo social que viene a inscribir sus marcas sobre el cuerpo.

La sexualidad humana no tiene por finalidad la reproducción de la especie, la lógica freudiana compete a un solo término, que connota una falta y se llama castración. Aún más, sostenemos que para el psicoanálisis es imposible definir que es el hombre o la mujer. Los tomamos en tanto semblantes, pero semblantes que tienen cierta relación con un Real. Ese Real se nos presenta por fuera del sentido, no tiene leyes, en particular la ley de la relación sexual. Si bien hay un estallido de la noción de sexualidad, esta se encuentra en el centro de todo lo que podemos localizar en el Inconsciente. La sexualidad está en el centro en tanto está organizada alrededor de una falta. No hay goce adecuado, hay impasses. El goce, definido como eso que no sirve para nada, está destinado a las diferentes formas de fracaso que constituyen para el goce masculino la castración, y para el femenino la división. El psicoanálisis no es un discurso androcéntrico. Si se reduce el falo al pene, lo que hacen ciertas feministas, esta lectura les hace denunciar en el psicoanálisis una doctrina machista. Lacan en su enseñanza concibió en sus comienzos al falo como una significación y más tarde como significante del deseo. Si el falo no es el pene, los dos sexos se refieren a él de modos diferentes, pero ambos lo abordan a partir de una primera sustitución simbólica, no por el órgano ni por la imagen. Por nuestra parte sostenemos que no sabemos que es la Mujer, no hay un significante en el Inconsciente que la represente en tanto tal, no hay una esencia de la Mujer, como no la hay del Hombre.

La propuesta teórica, pero también política de la desidentificación crítica, que cuestiona las identidades, busca demostrar que todos los nombres, hombre, mujer, homosexual, transexual, son solo ficciones.

Desde el punto de vista de la estructura de los discursos, nosotros leemos allí la dominancia del saber, el S2 en tanto semblante ubicado como agente de ese discurso, que busca dominar el plus de gozar, para obtener como resultado un sujeto no identificado. Podemos considerar que proponen una realización del discurso universitario.

La sexuación implica un proceso, nos sexualizamos a través del goce, a través del modo de gozar, pero el goce no es nunca el que tendría que ser. Ninguna norma llega a estabilizar “el empuje a gozar”. Nuestro tiempo se confronta con comunidades de goce que reivindican sus derechos afirmando su diferencia. Por nuestra parte entendemos que es la experiencia de un análisis la que permite, no en todos los casos, que los seres parlantes puedan encontrar un saber arreglárselas, precisamente, con los desarreglos de su goce.

Ernesto Derezensky (EOL).

 

  1. Preciado, B., “Testo Yonqui. Sexo, drogas y biopolítica”, Buenos Aires, Paidós, 2014.