Partiré de las identificaciones considerándolas necesarias para la constitución del sujeto. Al principio tras el ideal del yo las identificaciones primeras, el Nombre del Padre o sus suplencias en sus distintas versiones y potencias posibles y llegamos al “sujeto pleno, completo y singular”. Sabemos que este sujeto es un sujeto dividido profundamente atravesado por el discurso en el que fue inscrito.
EL “sujeto pleno, completo y singular” está listo para la vida en sociedad, el mundo y la vida en toda su amplitud se abre ante él. Y accederá a alguna de las posibles versiones de vivir una vida.
Este sujeto encuentra múltiples identidades que le permitirán un lugar en el mundo, un “yo soy…” y así se inscribe en el universal porque ese “yo soy…” no atiende al uno, sino a todos “todos somos…”.
Un recorrido interesante para aprehender la política de las identidades, su funcionamiento, su consumo, su abuso, puede ser el siguiente:
- La caída del Nombre del Padre.
- El discurso del amo capitalista con su imperativo a gozar.
- El concepto de Hibridación.
- La Biopolítica como tecnología de poder sobre la vida.
En el “yo soy, todos somos…” se inscribe también lo que angustia y enferma al sujeto y, por cierto, con trajes hechos a medida. La biopolítica con el control ejercido por la medicina se encarga de ello.
El sujeto que acude con su síntoma al Psicoanálisis tiene una posibilidad de construir algo nuevo y salir de la maquinaria. Como mínimo se producirá una caída de identificaciones y una extracción del modo de goce singular.
Si por último se llega al final, lo que podemos encontrar es la identidad del síntoma que queda tras la reducción significante, algo de lo más particular, que tocó el cuerpo y que ya no precisa que lo dotemos de más sentido. Al menos esto es lo que nos transmiten aquellos que se han arrimado lo más posible a esta experiencia.
Raquel García Ferrer. Socia de la ELP-Comunidad de Valencia, desde Valencia.