¿Cómo el psicoanálisis puede aclararnos algo sobre el funcionamiento del odio y de la pulsión de muerte? ¿Qué lógica acompaña al odio de sí mismo y el odio al otro? ¿Qué nos permite el psicoanálisis entender de la segregación?

En la concepción pesimista de Freud, el odio -aun siendo una de las manifestaciones de la pulsión de muerte- no deshace alianzas, al contrario, puede crearlas y robustecerlas ya que el lazo del Eros social puede crearse por la identificación al líder. Un grupo de hombres puede constituirse en armada asesina siguiendo a su jefe.

El lazo social para Lacan se funda sin embargo en un rechazo pulsional. Es el rechazo del modo de goce diferente al propio. Siempre nos molesta el vecino con su modo de gozar, de hacer ruido, de levantarse o de taconear. Lacan “Sólo conozco un origen de la fraternidad- quiero decir la humana, de nuevo el humus- es la segregación” (1). Es muy fuerte pensar que la fraternidad está fundada para Lacan en el rechazo.

El odio no es imaginario como la agresividad sino real ya que apunta al ser del otro, y ello más allá de la muerte o exterminación. El odio ex-siste más allá de la muerte y del asesinato. Hay también un irreductible del odio incluso en el amor. Lacan incita a pensar que no se conoce amor sin odio e introduce el término de “odioamoramiento”. Para él no se trata de una confrontación del Eros contra el Tanatos sino de la presencia exigente de la pulsión de muerte inquebrantable, superyóica, siempre en el mismo lugar. No hay barrera contra la pulsión de muerte. “En el odio, hay una constante, un núcleo duro, indestructible, resistente a toda tentativa de dialéctica, fuera del alcance del significante, que designa su real” (2).

El odio al otro es a menudo el tratamiento del odio a sí mismo. ¿Cómo explicar sino ese odio de sí manifestado en la fascinación por la propia muerte? Cuando Lacan conceptualiza el inconsciente lo hace articulándolo al Otro que cada uno lleva dentro de sí mismo. La expresión del inconsciente siendo lo más íntimo del sujeto es también es lo más extraño y éxtimo. Rechazamos el síntoma por su modo de goce -en el sentido del más allá del placer- de sufrimiento que es inexplicable, propio, pero vivido en la más radical alteridad de sí. El odio de sí mismo porta la traza de ese rechazo del sujeto hacia el Otro que uno porta en sí mismo. Podemos decir por ello que el psicoanálisis se ocupa del lado más oscuro de uno mismo, del inconsciente, del lado de lo que el propio sujeto rechaza más ya que la esencia del inconsciente es el rechazo.

Jacques-Alain Miller propone la experiencia del inconsciente cristalizada en el significante “emigración”: Hablando de la extimidad, del Otro de dentro, nos preguntamos sobre la cuestión de la emigración. Es un tema relativamente reciente. (…) Pero, ser un emigrante, es también, digámoslo, el estatuto mismo del sujeto en el psicoanálisis. El sujeto como tal es un emigrante- el sujeto tal y como lo definimos desde su lugar en el Otro (3).

Un análisis nos invita a introducir una perspectiva ética que incluya la irreductibilidad de la pulsión de muerte y la asunción de la responsabilidad que tiene el sujeto de la parte oscura de sí mismo con la esperanza de operar no solo un cambio subjetivo en el individuo sino en su impacto social por el real en juego. “Tú puedes saber” es la vía de apertura que brinda el psicoanálisis. “Tú puedes saber” algo de tu forma oscura de gozar de la que tú solo puedes poder responder. “Tú puedes saber” algo sobre lo que tú tienes en ti mismo que rechazas tanto. Esto puede ser evidentemente un despertar además una elección política.

Marga Auré.

 

  1. J. Lacan, El seminario, libro XVII, El reverso del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 2002, p. 121.
  2. J.-A. Miller, Extimidad, curso de la orientación lacaniana 1985-6, clase del 27 de noviembre de 1985, Buenos Aires, Paidós, 2010.
  3. J.-A. Miller, op. cit.