¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Era la pregunta novelada que el escritor Philip K. Dick se hacía en 1964. Catorce años después Ridley Scott respondería adaptando el libro para el cine con Blade Runner. En el film, la compañía Tyrel Corporation fabricaba robots concebidos para ser “más humanos que los humanos”, que se parecían en todo a las personas menos en la posibilidad de desarrollar emociones. El sueño de Philip K. Dick empieza ya a cruzarse con la realidad haciendo cada vez más estrecha la brecha entre ciencia y ficción. Pero en la actualidad ya no sólo los androides quieren parecerse a los humanos, sino que ahora son éstos quienes quieren confundirse con las máquinas.

Es el caso de los llamados ciborgs (1). Si bien es cierto que no abundan todavía, el fantasma tecno cientificista que los encubre va cada vez en aumento y algunos de ellos empiezan, no únicamente a denominarse como tales, sino a enunciar que lo son.

Neil Harbisson (2), un artista y ciberactivista de 33 años, fue reconocido en el año 2004 como el primer cíborg del mundo por el gobierno británico. Cuenta con un pasaporte en el que aparece con su prótesis a la que él llama eyeborg, una antena implantada en su cerebro que le permite “escuchar los colores” que él no percibe, pues sufre de acromatopsia desde la infancia, un trastorno por el que percibe el mundo en blanco y negro. La antena le permite además percibir colores invisibles como infrarrojos y ultravioletas así como recibir imágenes, videos, música o llamadas telefónicas directamente desde aparatos externos como móviles o satélites. ​Se define así: “soy un cíborg; no siento que uso tecnología, no siento que llevo tecnología, siento que soy tecnología”(3). Para Neil, cíborg no es sólo una palabra que le de una nominación sino que está directamente entroncada con su ser. “Cualquier Soy –nos advierte Jacques Alain-Miller– implica alienación” (4). ¿Pero a qué podríamos decir que se aliena un sujeto cuando dice “Soy un ciborg”? (5).

Freud ya relacionaba los órganos del cuerpo con los cinco sentidos cuando nos decía que “el hombre se ha convertido en una suerte de dios-prótesis verdaderamente grandioso cuando se coloca todos sus órganos auxiliares” (6). Nos adelantaba, así, el deseo subyacente en el sujeto de reemplazar todo apéndice perdido u órgano dañado, por otro dotado de poderes inimaginables. Podríamos decir que el sujeto protésicamente mejorado es un anticipo freudiano de lo que Lacan desarrollará con la metáfora de la latosa (7). La “aletosfera” sería hoy en día una especie de cielo de alta tecno ciencia en el cual el sujeto queda permanentemente conectado a todas las supuestas maravillas que la ciencia pueda imaginar. En este espacio el sujeto contemporáneo ya no necesita escapar de la realidad, en aras de perpetuarse en el principio del placer –como sostenía Freud– sino que ahora es capaz de modelarla conforme a éste.

Pero ese es sólo un sueño cientificista al que la ciencia –de la mano del discurso capitalista– pretende dirigirnos. Un sueño en el que –considerando a los humanos como máquinas con funcionamiento asegurado– las piezas dañadas se pudieran cambiar para volver a funcionar (8). Lo que dicho sueño no calcula es lo incalculable y es que esta forma de discurso no se sostiene. En primer lugar porque, por un lado, intenta forcluir de raíz la dimensión subjetiva; y por otro, no incluye en su seno la contingencia, el encuentro, la tyche incalculable.

Marta Berenguer. Periodista, socia de la sede de Barcelona de la Comunidad de Catalunya de la ELP.

 

  1. Del acrónimo en inglés cyborg: de cibernético y organismo.
  2. Neil Harbisson: entrada en la Wikipedia. Consultado el 28 de julio de 2017.
  3. Harbisson, Neil. WATCH: How a Colorblind Cyborg ‘Hears’ Color. Consultado el 28 de julio de 2017.
  4. Miller, Jacques-Alain. Los signos del goce. Paidós, Buenos Aires, 1999.
  5. Cíborgs entre nosaltres. Documental del programa Sense Ficció de TV3. Televisió de Catalunya.
  6. Freud, Sigmund. “El malestar en la cultura”, en Obras completas. Volumen XXI. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2006.
  7. Lacan, Jacques. “Los surcos de la aletosfera”, cap. XI en S. XVII. El reverso del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 1996.
  8. Laurent, Éric. Los órganos del cuerpo en la perspectiva psicoanalítica. Consultado el 28 de julio de 2017.