Por Manuel Fernández Blanco.
El tiempo de la segregación
La cita de Lacan sobre la segregación que me vino a la cabeza en primer lugar es de 1967, pero de plena actualidad. Lacan se refiere al término de campo de concentración para decir “[…] que lo que vimos emerger, para nuestro horror, representa la reacción de precursores en relación con lo que se irá desarrollando como consecuencia del reordenamiento de las agrupaciones sociales por la ciencia y, especialmente, de la universalización que esta introduce en ellas. Nuestro porvenir de mercados comunes encontrará su contrapeso en la expansión cada vez más dura de los procesos de segregación” (1).
Otra cita fundamental la encontramos en el Seminario XVII. En la lección del 11 de marzo de 1970, Lacan expresa que solo conoce un origen de la fraternidad y es la segregación: “Simplemente, en la sociedad […], todo lo que existe se basa en la segregación, y la fraternidad lo primero. Incluso no hay fraternidad que pueda concebirse si no es por estar separados juntos, separados del resto” (2).
En la primera cita, Lacan liga el reordenamiento de las agrupaciones sociales por la ciencia, y el porvenir de los mercados comunes, con la expansión, cada vez más dura, de la segregación. En la segunda relaciona la fraternidad con la separación de los mismos con los mismos, con el universo concentracionario de la segregación generalizada. La fraternidad actual es sobre todo fraternidad de goce, ya que lo que agrupa al sujeto actual no es tanto la comunidad de creencia, sino la comunidad de goce.
Tenemos, sobre esta cuestión, otra referencia fundamental en la segunda lección del Seminario XVIII. Lacan se refiere al esquema que incluye Freud en su ensayo Psicología de las masas y análisis del yo. Allí Freud nos habla del principio de constitución de la masa primaria, y explica su esquema del siguiente modo: “Tal masa primaria es una reunión de individuos que han reemplazado su ideal del yo por un mismo objeto, a consecuencia de lo cual se ha establecido entre ellos una general y recíproca identificación del yo” 3). Vemos como Freud ya articula la sustitución del ideal por el objeto como principio de una hermandad de semejantes (“recíproca identificación del yo”), y como principio de una agrupación segregativa. Lacan nos dice que lo que Freud articuló en su ensayo, al comienzo de los años veinte del siglo pasado, “[…] resultó estar en el principio del fenómeno nazi”.iv Y añade: “Lo que en un discurso se dirige al Otro como Tú hace surgir la identificación con algo que puede llamarse el ídolo humano. […] uno no podría adelantarse para derribar al ídolo sin tomar su lugar inmediatamente después, como se sabe que ocurrió con cierto tipo de mártires. En todo discurso que apela al Tú, algo incita a una identificación camuflada, secreta, que no es más que esa con este objeto enigmático que puede no ser nada en absoluto, el pequeñito plus-de-gozar de Hitler, que quizá se limitaba a su bigote. […] Se trataba de saber si en cierto nivel uno tendría aún su pedacito, lo que bastó para provocar este efecto de identificación. Curiosamente, cobró la forma de una idealización de la raza, a saber, de la cosa menos concernida en esa ocasión. […] Pero, simplemente, hay que decir que no existe ninguna necesidad de esta ideología para que se constituya un racismo, basta un plus-de-gozar que se reconozca como tal. Quienquiera que se interese un poco en lo que puede sobrevenir hará bien en pensar que todas las formas de racismo, en la medida que un plus-de-gozar sirve para soportarlo, están hoy a la orden del día, son una amenaza para los años futuros” (5).
Después de leer esto, no se puede negar que Lacan pronostica un fenómeno de la civilización. Toma apoyo en Freud y aclara los fenómenos de identificación a un líder a partir de un rasgo. Pero, más allá del efecto de identificación, adelanta que el racismo por venir (lo dice en 1971), “la amenaza para los años futuros”, se sostendrá del plus-de-gozar reconocido como tal por una hermandad de goce. “No existe ninguna necesidad de esta ideología para que se constituya un racismo”, nos dice, basta una comunidad de goce para actuar la segregación propia y ajena. Es lo que hoy se realiza: la hermandad de goce, el agrupamiento por el goce, es el fundamento de la agrupación de los mismos con los mismos.
Pero no solo la segregación se impone por la vía de la comunidad de goce, la segregación es también una de las consecuencias inevitables de la generalización de las políticas de evaluación.
El nuevo método de segregación
Antiguamente, la segregación se ejercía por medio del derecho. No todos tenían los mismos derechos. Actualmente, al contrario, nuestra sociedad consagra, al menos formalmente, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y, si el derecho discrimina, lo hace por el medio de la llamada discriminación positiva. Si el derecho no discrimina más ¿cómo se ejerce actualmente la discriminación? La discriminación se realiza actualmente por medio de la evaluación generalizada que, mediante el recurso a la estadística, borra la singularidad y agrupa en base a la cifra.
Los defensores de la evaluación generalizada justifican su empeño en que la comparación permite la acreditación al acceder el sujeto al estado de uno-entre-otros similares. Es la segregación por la estadística, siempre justificada en la racionalidad y la eficiencia.
Para Jacques Lacan, “[…] la raza de la que hablo no es la que una antropología sostiene por decirse física, la que Hegel muy bien denotó por el cráneo y que lo merece todavía por encontrar en él, mucho después de Lavater y Gall, lo más grueso de sus mediciones. Pues no es con eso, como se vio en el intento grotesco de fundar con ello un Reich llamado tercero, no es con eso con lo que se constituye ninguna raza (y ese mismo racismo en los hechos tampoco). Ella se constituye por el modo en que se transmiten según el orden de un discurso los lugares simbólicos […]” (6). Vemos como la raza, para Lacan, es un hecho de discurso. Por eso las razas no son negro, blanco, etc. Las razas son de discurso, en cuanto un discurso organiza un modo de goce. No hay más razas que las de discurso.
La evaluación genera razas y provee de identidades muy potentes a partir de los diagnósticos y categorías sustentadas en los significantes amos de la época. El asociacionismo se multiplica, como los diagnósticos y categorías, de modo ilimitado. Son las nuevas hermandades, “consecuencia del reordenamiento de las agrupaciones sociales por la ciencia”, que nos abocan a la segregación generalizada.
- Lacan, Jacques. “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 276.
- Lacan, Jacques. El seminario, libro XVII. La ética del psicoanálisis (1969-1970), Barcelona, Paidós, 1992, p. 121.
- Freud, Sigmund. “Psicología de las masas y análisis del yo” (1921), Obras Completas (9 tomos), Madrid, Biblioteca Nueva, 1974, Tomo VII, p. 2592.
- Lacan, Jacques: El seminario, libro XVIII. De un discurso que no fuera del semblante (1971), Buenos Aires, Paidós, 2009, p. 28.
- Ibid., p. 29.
- Lacan, Jacques: “El atolondradicho”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012 p. 486.